martes, 4 de noviembre de 2008

TRIBALISMO EN LA CASA BLANCA


Una tribu la podemos definir como un modo de organización social no centralizada propia de las sociedades preindustriales en la que los sujetos están cohesionados por la pertenencia a un determinado linaje y clan, que es el que asigna roles y status en la sociedad y en la que la forma de producción dominante es lo que Durkheim denominó como "solidaridad mecánica": esto es no existe especialización del trabajo. Pero lo que definitivamente diferencia a las tribus de otros tipos de organización social son las llamadas "sodalidades". Una sodalidad es una agrupación formal o informal de individuos de la que normalmente quedan excluida las mujeres y niños, y que son las que rigen el destino de la comunidad. Estas sodalidades pueden ser de dos tipos:

- las que derivan del parentesco y que pueden ser de tres tipos: linaje y clanes, linajes segmentarios o estratificación ritual.

- Las que no derivan del parentesco: como las asambleas de aldeas o consejos de ancianos, u otro tipos de asociaciones.

Aunque corrientemente se asocia la tribu a las mal llamadas sociedades "primitivas", esto es, sociedades iletradas o ágrafas, y últimamente en las sociedades industriales se aplica a ciertos movimientos musicales del pop y el rock (las llamadas tribus urbanas), el tribalismo lejos de ser algo propio de sociedades atrasadas o incultas, está muy bien instalada en las altas esferas de la política y en la cúpula del poder en las sociedades industriales de occidente como Estados Unidos.

El antropólogo Weatherford escribió un libro titulado "the tribes on the hill" ("las tribus de la colina") donde trata de demostrar que la estructura política del capitolio (congreso y senado de EE.UU) no difiere en nada de cualquier tribu de África en lo referente a la asignación de roles y status, a la estructura social clánica, así como en lo que respecta al ritual y ceremonial. El congreso y el senado sería perfectamente equiparable a la "casa de solteros" de cualquier tribu.

Weatherford distingue tres tipos de senadores:

1.- Los chamanes: son generalistas, no están especializados en ningún tema en concreto. Ellos son los encargados de conjurar los grandes males que acechan a la política norteamericana tales como el peligro del terrorismo o el peligro del renacer de Rusia o el avance del Islam. El prestigio de los chamanes se debe a su gran carisma populista, esto es, a sus capacidades oratorias para convencer a grandes masas. Ejemplo de chamán es el senador Ted Kennedy.

2.- Los señores de la guerra: son tecnócratas que monopolizan ciertas áreas de poder que pueden ampliar a sectores más amplios. Son los que controlan y toman las decisiones más importantes en materia de presupuesto, defensa etc.. Ejemplo de señor de la guerra es Dick Cheney.

3.- Los padrinos: Es el más difícil de todos los puestos, puesto que es el que actúa entre bambalinas. Conoce todos los recovecos del laberinto administrativo, así como está al tanto de todos los puntos débiles de los congresistas y senadores. Es el prototipo de conspirador que puede usar su información para hundir reputaciones o para promover ascensos en función de su información privilegiada.

Lo más importante de toda esta estructura es que la unidad de poder básica no reside en el senador o congresista individual sino en los clanes formados a su alrededor (en este sentido son equiparables a los grandes grupos de parentesco de las comunidades tribales). Estos clanes están formados por redes familiares como los Kennedy de Massachusetts o los Roosvelt de New York, que se transmiten el poder generación tras generación, tienen sus propios clubs privados, se casan entre ellos formando una verdadera casta endogámica. La red clánica va ampliando su dominio como una tela de araña creando relaciones de "vasallaje" con burócratas (que pueden y tienen la capacidad incluso de bloquear leyes decretadas). Esta red también puede ampliarse incorporando grupos de presión o lobbys afines, así como puede que el propio clan cree por sí mismo su propio grupo de presión como es el caso de los "think thanks "(agrupaciones de diversos especialistas para el asesoramiento de materias de interés nacional).

Al senador "junior" se le va socializando en la política y en las reglas del juego. Se le dejará muy claro desde el principio que ellos son los últimos en chupar del bote. Por eso se les deja en sus manos la presidencia de las comisiones menos importantes.

En definitiva Weatherford denuncia que el Senado y el Congreso Norteamericano se ha convertido en un gran teatro-ceremonial dominado por el ritual de discursos pomposos y retórica improductiva. Las grandes decisiones se toman realmente en otras arenas tales como los despachos privados, las cenas o comidas clánicas, o incluso en los pasillos. El burócrata "vasallo" es el que realmente controla la información, redacta los discursos y el que incluso con su negligencia querida y bien retribuida puede demorar o bloquear una proyecto de ley.